martes, 31 de enero de 2012

Los sistemas tecnológicos: Costo-Beneficio.


Equidad social en el acceso a las técnicas

La ciencia y la tecnología forman un complejo derivado de la organización socioeconómica de una comunidad. Sus productos en forma de conocimientos, métodos o medios técnicos, son la base del desarrollo productivo y del nivel educativo que puede alcanzar la población. Sin embargo, no todas las personas tienen la oportunidad de acceder a ellos.

Cuando se pone en marcha un sistema tecnológico, se hace con la intención de satisfacer una necesidad, la cual a su vez se ve satisfecha con un producto. Los sistemas tecnológicos,  y los productos generados por éstos, están pensados a partir de la necesidad de un gran número de personas. Recordemos que las principales necesidades humanas son básicas como comida o vestido, y atañen a una sociedad determinada, sin distinción de clases sociales ni géneros.

Sin embargo, esto no garantiza que todos tengamos el libre acceso a los sistemas y productos. ¿por qué razón se da esto? La respuesta es muy simple: porque las condiciones socioeconómicas de cada individuo limitan o amplían su capacidad de adquirir o recibir los beneficios de los productos científicos y tecnológicos.
Los sistemas tecnológicos evolucionan día a día,
según las necesidades de la gente y la sociedad.



El empleo, la educación y la participación son derechos y obligaciones de quienes conforman una sociedad. También son factores que permiten el acceso a la oportunidad de elegir los procesos y medios técnicos que satisfagan mejor las necesidades particulares y sociales de hombres y mujeres, dentro de un contexto de equidad y de respeto al ambiente, que es un bien común.

Para preservar el ambiente relacionado con los sistemas tecnológicos, se debe conocer cómo se ha construido y operado los procesos técnicos, además de si son los mejores que pueden usarse en las actuales condiciones socioambientales. También tendríamos que preguntarnos cuánto cuesta operar esos sistemas y cuáles son los beneficios derivados de usar de esa manera los recursos.

Procesos técnicos.

Los sistemas tecnológicos que dan origen a los productos que consumimos se componen de muchos elementos, los cuales requieren de materias primas, energía y un sistema operativo, este último compuesto por información, maquinaria, herramientas y trabajo humano.

Los insumos materiales y energéticos provienen en su totalidad de elementos extraídos de la naturaleza. La información, su transferencia y su aplicación surgen de los seres humanos y sus procesos de organización.
Los recursos naturales no son eternos,
actualmente hay una carencia de algunos
en varias regiones del planeta.

Por medio de los procesos técnicos hemos transformado nuestro entorno en bienes de uso. Invertimos nuestro ingenio y nuestras actividades para satisfacer una necesidad humana primordial: formar grupos sociales de atención mutua. Estas características nos han permitido dominar el uso y la acumulación de materia y energía proveniente de los ecosistemas, lo que ha modificado significativamente el balance natural de éstos.

Desde esta visión sistémica, los procesos técnicos deberían ser nuestra manera de adaptarnos al ambiente; sin embargo, la mayoría de los productos tecnológicos empleados hasta ahora demuestran tener efectos negativos, tanto en el ambiente como en las sociedades. Ejemplo de ello es el calentamiento global, que ha derretido extensas áreas de hielo, por lo que el deshielo ha modificado regiones y pequeñas comunidades aledañas.

En lugar de adecuarnos a los límites naturales del equilibrio planetario y perpetuar así la conservación del ambiente y sus beneficios, hemos optado por modificarlo negativamente, para obtener beneficios inmediatos, al no procesar la materia y energía de una manera eficiente en términos ecológicos; es decir, rompiendo la armonía con los flujos naturales.

Los diversos usos que damos a las cosas son el resultado, en gran medida, de nuestra visión del mundo y de cómo nos relacionamos con él; en otras palabras, provienen de nuestra cultura. La estrecha relación entre el desarrollo humano y las decisiones tecnológicas se fundamentan en ella.

Las tendencias hacia un rápido crecimiento económico y la acumulación de la riqueza por pequeños grupos han generado desigualdad en todos los niveles. Se invierten grandes cantidades de dinero en sistemas tecnológicos que generan bienes de lujo, pero se deja sin oportunidad de acceder a productos básicos a la mayoría de la población.
Se calcula que el agua requerida diariamente por una persona
para las actividades básicas oscila entre 30 y 50 litros.

Más allá de las necesidades básicas de cualquier ser humano, muchos bienes de consumo no son primordiales para nuestra subsistencia y su inclusión en la economía ha ocasionado profundas diferencias socioculturales. Lo anterior es una manera errónea de interpretar la modernidad, privilegiando el lujo y la comodidad.

El fenómeno se agrava cuando, ante la oportunidad de invertir recursos en el establecimiento de sistemas tecnológicos que beneficien a una sociedad, se prefiere promover productos “de lujo”, los cuales desvían recursos que podrían usarse para cubrir las necesidades básicas de los grupos más vulnerables.

Equidad social.

En la actualidad, hay personas que consumen una cantidad importante de productos relacionados con necesidades secundarias, en general, de corta vida o desechables, mientras que otras no pueden siquiera acceder a productos básicos que satisfagan sus requerimientos mínimos para subsistir.

Esta situación proviene de una estructura social injusta y desigual en al que no toda la población tiene acceso a los mismos satisfactores.

Cada grupo social decide, con distintos criterios, qué elementos integran los sistemas tecnológicos que permiten satisfacer sus necesidades básicas y secundarias, así establece como se invertirán los diferentes recursos en ellos. Cuando esta información se comparte de manera equitativa y transparente con toda la población, decimos que se alcanza un acuerdo social.

Esta información es indispensable para evaluar los sistemas tecnológicos; es decir, analizar de forma sistémica los efectos deseables e indeseables de dichos sistemas.

Los seres humanos participamos en los sistemas tecnológicos de muchas maneras, directa e indirectamente. Formamos parte de ellos como administradores y operarios, son nuestras fuentes de empleo y el sustento de prácticamente todas nuestras actividades; la infraestructura en las comunidades está formada por productos tecnológicos.

También empleamos productos tecnológicos en la vida cotidiana, somos consumidores de aquellos que satisfacen nuestras necesidades. La elección de productos determina cuáles sistemas tecnológicos permanecen.

La remuneración recibida por el trabajo permite adquirir estos satisfactores. Por ello, es importante que los sistemas tecnológicos brinden a sus operarios la oportunidad de obtener condiciones laborales que protejan y fomenten una buena calidad de vida.
En ocasiones, la sociedad y los medios
de comunicación generan necesidades
secundarias y promueven artículos de
lujo entre las personas.

La responsabilidad social de las empresas no debe ser sólo con sus trabajadores, sino cubrir otros aspectos como procurar que sus productos satisfagan las necesidades que los han originado, ofrecer a los usuarios o consumidores la posibilidad de acceder a productos de calidad, que durante toda su vida útil reduzcan y eliminen los efectos negativos sobre las comunidades.

Del mismo modo, les corresponde a las empresas procurar que las condiciones naturales no se deterioren cuando se obtengan las materias primas y la energía que necesitan. A la vez, deben cuidar que los residuos producidos sean inocuos para el ambiente como para las personas.

En otras palabras, hay que hacer un esfuerzo para que todos los miembros de una sociedad tengan acceso a las tecnologías y se beneficien de ellas. Esto sólo se puede lograr si todos participamos en las decisiones de elección y en el establecimiento de los sistemas tecnológicos.

Es común que las decisiones tecnológicas sean tomadas por los administradores del sistema en función de sus propios intereses, sin embargo, debido a que los efectos del sistema afectan el entorno, en busca del bien común, esas decisiones son reguladas por las instituciones.

En este sentido, se establecen leyes y normas que pretenden brindar condiciones de seguridad a la población. Las leyes son acuerdos sociales que surgen del análisis y del debate de las necesidades y los bienes comunes. La ejecución de las leyes es una responsabilidad compartida, pues nos corresponde a todos vigilar que se cumplan dichos acuerdos.

En el caso de los sistemas tecnológicos, el bien común exige que todos participemos de sus beneficios, pero también que intervengamos en el análisis y en la toma de decisiones que puedan establecerlos o modificarlos. Debemos conducir las actividades tecnológicas hacia el cuidado del ambiente y de los insumos que nos proporcionan, al tiempo que procuramos condiciones de empleo justas y dignas que den a todos la oportunidad de satisfacer sus  necesidades; es decir, que establezcan y promuevan la equidad.

Costos y evaluación.

Para que una sociedad pueda decidir racionalmente sobre las innovaciones tecnológicas necesarias para alcanzar sus objetivos, se requiere una percepción adecuada del problema e información que permita tomar decisiones coherentes.

Un primer paso es entender cómo funciona un sistema tecnológico. Hay que analizar sus componentes para verificar la pertinencia de los insumos (materia prima, energía, financiamiento y mano de obra), de los medios técnicos (herramientas, maquinaria y procesos) y de los productos (bienes, servicios y desechos) para, a partir de ahí, determinar si la gestión será conveniente para las condiciones sociales y ambientales.
Las energías limpias representan
un elemento a considerar en un
sistema tecnológico.

Otra tarea que requiere atención es verificar que los costos no sean mayores que los beneficios y que la población perjudicada no sea mayor que la favorecida.

Por lo general, el análisis de costo-beneficio se enfoca en los montos económicos que se invierten y que se recuperan al operar los sistemas técnicos, pero este análisis también debe considerar la interacción de los sistemas tecnológicos con el ambiente natural y la sociedad, así como sus posibles efectos en los procesos culturales.

Para que la información sea comparable, debe ser cuantificable, es decir, expresable en cantidades, ya sea de materiales, dinero, productos y residuos obtenidos, trabajadores, usuarios y otras personas que se ven beneficiadas o perjudicadas. Los aspectos susceptibles de medirse o contarse se llaman indicadores.

Cuando sólo se evalúa el aspecto económico, se determina el impacto que la economía produce en el sistema. En cambio, tomar en cuenta sus costos socioambientales debe incluir la distribución de estos últimos y los beneficios, tangibles e intangibles, dentro del sistema y su entorno; es decir, esta evaluación considera tanto la eficiencia y como la equidad.

En una evaluación es muy importante obtener los indicadores para cada uno de los aspectos que se analizarán, pero la elección de los indicadores pude dificultarse cuando se trata de medir el impacto ambiental o social de un sistema.

En cuanto al aspecto ambiental, el tipo de indicadores se elige a partir de las actividades del sistema, que se relacionan con la obtención de materias primas, el uso de energía, el tipo y la cantidad de sustancias necesarias en los procesos de transformación y las características de los productos y residuos obtenidos.

La información requerida debe indicar, en montos cuantificables, la superficie de los ecosistemas que se ven afectados por todos los procesos, las características y los efectos físicos, químicos y biológicos de la energía y las sustancias implicadas en ellos, así como sus consecuencias potenciales y comprobadas sobre los sistemas vivos.

Respecto al elemento social, se deben encontrar mecanismos para traducir a números la percepción que tienen los ciudadanos acerca de los beneficios y perjuicios de los diferentes procesos y productos tecnológicos.
La vigilancia y evaluación de los sistemas productivos
contribuye a conocer los efectos que éstos tienen en
su entorno.

Los indicadores sociales deben cuantificar el grado de satisfacción de las personas y si éstas consideran que tienen una buena calidad de vida derivada de su acceso a las tecnologías. De igual manera, se debe preferir el respeto a los derechos comunes que el ejercicio de los derechos individuales, de modo que se eviten conflictos, lo cual requiere de un cambio de valores, no sólo culturales sino también de los valores de uso que le asignamos a los bienes naturales y a los productos tecnológicos que obtenemos de ellos.

La evaluación de los sistemas tecnológicos permite analizar tanto el impacto de la tecnología en un pequeño grupo de trabajadores y usuarios, como los efectos potenciales en el plano mundial. Por ello, además de considerar los aspectos técnicos y económicos, se debe tener en cuenta el impacto social, el cultural y el individual.
El reciclaje de las materias primas es una medida que
los ciudadanos en general perciben como benéfica.

La evaluación de los sistemas tecnológicos es un proceso complejo, ya que debe considerar todos sus componentes, y las relaciones que establecen con el ambiente, la sociedad y otros sistemas tecnológicos.


Factores por analizar en la evaluación de un sistema tecnológico.

1.     Necesidad que le dio origen.
2.     Conocimientos científicos y técnicos
3.     Relación con otros sistemas tecnológicos.
4.     Diseño del sistema.
5.     Costos
6.     Beneficios


7.     Obtención, gestión y administración.
7.1  Insumos
7.1.1      Materias primas
7.1.2      Energía
7.1.3      Información
7.1.4      Herramienta y maquinaria
7.1.5      Operarios
7.1.6      Financiamiento
7.2  Productos
7.2.1      Cantidad y calidad
7.2.2      Residuos
7.2.3      Costo y distribución
7.2.4      Aceptación de los usuarios.
7.2.5      Satisfacción de la necesidad de origen.

8.     Consecuencias ambientales y sociales.

En general, la evaluación tecnológica debe cumplir con estas funciones:

1.     Aportar información para la toma de decisiones, en especial para quienes elaboran las leyes que regulan los sistemas tecnológicos.
2.     Apoyar la promoción de la investigación de alternativas tecnológicas más benéficas y equitativas.
3.     Contribuir al establecimiento de políticas gubernamentales de largo plazo que permitan el desarrollo de sistemas tecnológicos responsables y equitativos.
4.     Alertar en la fase más temprana posible, sobre posibles consecuencias negativas del desarrollo tecnológico.
5.     Ampliar el conocimiento y la capacidad de decisión de los diferentes grupos sociales en la elección de sus propias estrategias ante el desarrollo tecnológico.
6.     Detectar, formular y desarrollar aplicaciones técnicas ambientalmente racionales y de beneficio social.
7.     Fomentar la aceptación de estas tecnologías  por medio de la opinión pública.
8.     Potenciar en los científicos, empresarios, técnicos y consumidores la conciencia de sus responsabilidades sociales.



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